jueves, 23 de enero de 2014

El primer capítulo de mi primer libro. Un día sin calzoncillos: By: Marina Moral

Aquí está mi primer capitulo de mi libro, espero que os guste mucho.
Marina Moral García



CAPÍTULO 1
UN DÍA SIN CALZONCILLOS

Erase una vez un día normal y corriente o no tan corriente, tuve un día garrafal de esos que a veces se tienen.
Me llamo Pepito López y tengo 11 años, os voy a contar esta historia desde el principio.
Eran las 8:30 y todavía estaba en la cama, se me había olvidado poner el despertador menos mal que ella, mi madre, Mª dolores en concreto me despertó. Para ello cogió la flauta y os podéis imaginar...
-¡Ahhh, mamá! no ves que esa melodía es muy suave para un chico como yo.               En fin no sé por qué se me paso esa frase en ese momento pero esperaba otra melodía, es más no me esperaba música esperaba ruido.
Me vestí rápidamente desayuné y de camino al colegio un coche me salpicó, me miré la ropa, me limpié la cara y me di cuenta de que estaba completamente empapado de la cabeza a los pies.
Pero además de eso llegué tarde, ya allí piqué a la puerta y interrumpí la clase. Ya sabía que Laura Borde me iba a castigar, y así fue. Me dio un papel que traía:
- “A causa de un retraso debe usted dirigirse al aula de castigo”
 Yendo para allá me encontré a mi padre, el profesor Paco Pocholo, solo se me ocurrió decirle un poco dudoso:
-¡Hola…!
Se provocó un silencio que conllevo a la sonrisa de mi padre. Cuando él echa una sonrisa es porque sabe lo que pasa. Se alejó, y ya pude llegar al aula de castigo, que estaba a tres pasos, miento a tres plantas más arriba.
Ya en el aula de castigo después del agotamiento de los escalones, me senté en una silla y en pocos segundos me caí de culo ya que estaba pasmado mirando la belleza que tenía dos sillas más allá. Fue así como encontré el amor de mi vida, que se llama: Paula Caramelos, es una niña muy parecida a mí.
Al caerme me dio uno de sus besos pegajosos y mientras me levantaba se presentó, aunque yo ya sabía su nombre desde 3º de primaria, que llevo colado por ella. Son tres años que se han terminado por la timidez, el tembleque y el no hablar delante de ella, siempre me pasa.
Se terminó la hora y yo estaba avergonzado, me enteré por el pasillo de rumores como que yo le gustaba a Paula y me desmayé.
Cuando desperté estaba en enfermería un poco asustado por lo que había sucedido. Ya había secado mi ropa y me di cuenta que había dejado los calzoncillos en casa, es decir, no me los había puesto; me dijo la enfermera que había cogido frio y tenía catarro.
Me fui de la enfermería a última hora, cuando tocaba Ciencias naturales, estábamos dando el cuerpo humano, en medio de clase se me escapó un pedo, yo creo que es la reacción del resfriado, menos mal que nadie se dio cuenta que fui yo, pero se me escapó otro y ese sí que se oyó. Pasé este día con la mayor vergüenza del mundo pero,  lo peor estaba por llegar, mi padre.
Al entrar por la puerta resbalé en el felpudo de la entrada, me caí y quedé enganchado en el radiador, bueno yo no, mi oreja, la izquierda. Vino mi padre hacia mí y no me dijo nada solo una cosa el oído que acababa de deteriorar.
 Me dijo:
- ¡Espabila!  Y luego añadió, ¡Patoso!
Me quedé atontado por lo que me dijo, pero es que tenía razón, Paco Pocholo siempre tenía razón; después de lo que había oído y el lento pensamiento me fui a comer , hoy había fabada como todos los miércoles , ¡puaag! Pero había que comer porque  mi madre siempre me obliga, y nunca me deshago de ello.
Fui a coger los calzoncillos que me faltaban y la ropa limpia. Me eché en la cama y mi madre me midió la temperatura.
-¡Ay hijo, estoy yo peor así que levántate y haz los deberes!
Como siempre se contesta:
-¡Sí, mamá, ahora voy!
Tardé mucho en levantarme, tanto que vino mi madre, yo estaba tan tranquilo cuando veo a una persona asomarse entre el marco de la puerta.
-¿Qué te había dicho?
Sin que dijera nada más, me levanté y empecé a hacer los deberes.
Al cabo de un rato yo estaba dormido encima del libro de mates dejando babas y el resto de fabada. Mi madre no oía ruido así que vino con la zapatilla. ¡PLUF! Se oyó por toda la casa. Mis oídos estallaron después del golpe que había dado contra la mesa.
Ya había terminado mates y lengua cuando me volví a dormir con el libro de sociales, en la página nueve “Movimiento de rotación”, para más información.
Mi madre esta vez vino con el mando de la televisión. Saltaron las pilas por el suelo de parquet, levanté la cabeza, miré hacia los lados y al suelo, a las pilas que habían caído.
-Mamá, ahora no podemos cambiar de cadena y tenemos puesto en la televisión el canal de “24 telediarios”. – En ese momento no me importaba el mando solo quería ya terminar ya los deberes y salir con mis amigos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario